LA CORRUPCIÓN ECLESIÁSTICA LA SIMONÍA: Los desórdenes de Roma se reproducían en la mayor arte de las iglesias de occidente. En efecto, emperadores, reyes y señores feudales disponían a su antojo las dignidades eclesiásticas, como los señores de Roma disponían del trono pontificio. Los inconvenientes eran los mismos: muy a menudo se concedían obispados a personas indignas.
Más aun, era cosa frecuente que a dichos obispados los pusieran en venta. El comprador, un laico a veces, para entrar en sus desembolsos, vendía los curatos y hasta los sacramentos. El comercio de las dignidades eclesiásticas y de las cosas santas constituía el crimen de simonía, así llamado, porque Simón el Mago, sectario judío, quiso comprar a los apóstoles el poder de hacer milagros. Por último, muchos sacerdotes estaban casados y atendían mucho más a sus asuntos de familia que a la dirección espiritual de los fieles. Sacerdote hubo que dio el curato en dote a su hija.
NECESIDAD DE UNA REFORMA HILDEBRANDO: Esa corrupción de la iglesia afligía a los hombres sinceramente cristianos. Todos estimaban que era absolutamente indispensable una reforma. Los promotores más enérgicos de la reforma eran los monjes de Cluny. La orden de Cluny, creada en Francia, cerca de Macón, en 910, era célebre por la severidad de su regla y por la vida irreprochable de sus miembros. La reforma se efectuó gracias a Híldebrando, monje de dicha orden, y que, más tarde, fue papa con el nombre de Gregorio VII.
Hildebrando era hijo de un campesino de Toscana. Un hermano de
su madre, abad de un gran monasterio en Roma, lo hizo instruir
en él. Más tarde, Hildebrando pasó a Francia la abadía de Cluny.
Era hombre muy moreno, pequeño y ventrudo; distinguíase por su
intrepidez, por su energía indomable, por su muy despierto
intelecto y por lo expedito que era en todas sus acciones. Se
había formado elevadísima idea del papel que el papa debía
representar en la cristiandad, estimando que debía ocupar en
ella el primer puesto y ejercer incontestable soberanía; en una
palabra; que debía ser el obispo universal.
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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