ROMA: En la parte baja de Lacio no lejos de la desembocadura del Tíber, en medio de un llano pantanoso y frecuentemente inundado por las crecientes del río, se alza un grupo de siete colinas volcánicas, entre las cuales, la más eminente, el Palatino, tiene cincuenta y un metros de alto.
Estas eran otras tantas fortalezas naturales que dominaban el camino del norte al sur. En el Palatino fue donde Rómulo fundó, el 21 de abril del año de 753, una ciudad que llamó Roma. Procedió a esta fundación conforme al rito de los etruscos.
Después de haber consultado el vuelo de los pájaros, celebró un sacrificio, y tanto él como sus compañeros saltaron por encima de una hoguera para purificarse. Cumplido esto, hizo un hoyo en el que los presentes arrojaron un poco de tierra llevada de su patria. Sobre ese hoyo erigió un altar consagrado a los antepasados y a los dioses protectores de la nueva ciudad.
Después, vestido de sacerdote, con la cabeza velada, trazó la zanja que señalaba el recinto, con un arado de bronce tirado por una ternera y un toro blancos. En el sitio donde debía haber puertas levantó el arado.
El espacio así limitado fue el santuario de los dioses nacionales, cuyas puertas eran las únicas que podían transponerse sin sacrilegio. Rómulo no vaciló, según se dice, en castigar con pena de muerte a su hermano Remo, que por burla había pasado por encima del surco sagrado.
Trazada la ciudad
ésta resultó un pequeño recinto cuadrado, urbs quadrata, de mil
ochocientos metros de contorno, defendida por un fuerte de
piedra y provista de cuatro puertas. El aniversario de la
fundación llegó a ser una fiesta anual del pueblo romano.
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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