SEGUNDA GUERRA PÚNICA: Aníbal buscó la manera de provocar una ruptura entre Roma y Cartago atacando la ciudad española de Sagunto, que protegían los romanos. Una embajada romana partió para Cartago y exigió una reparación, dando a escoger la paz o la guerra. << ¡Escoged vosotros mismos! >> respondieron los cartagineses. Y Roma escogió la guerra.
Satisfecho Aníbal de esta coyuntura que la permitía saciar su
odio, quiso herir el poder de Roma en la cabeza y concibió el
plan atrevido de atacar a Italia por tierra y levantar contra
Roma todos los pueblos aun amedrentados por sus recientes
derrotas. Para ejecutar este plan, tenía necesidad de pasar el
Ebro, atravesar los Pirineos, pasar el Ródano y atravesar los
Alpes, lo cual no podía realizar sino un ejército que tuviera
confianza en su jefe, y un jefe que estuviera seguro de su
ejército.
Aníbal comandaba excelentes tropas veteranas, avezadas a la
guerra, muy sufridas y de una fidelidad incontestable. Ese
ejército se componía de ágiles infantes iberos (los
vascongados), de jinetes españoles, y númidas, cuyos caballos
cargaban sin freno, y de honderos baleares.
Prefiriendo Aníbal la calidad al número, llevó solamente cincuenta mil hombres, decididos a vencer o a morir con él. Aquella debía ser una guerra a muerte entre él y los romanos; era su guerra no pidió siquiera una flota, y partió por tierra para evitar cualquier intervención de Cartago, a donde quería entrar como vencedor.
La travesía de Galia se efectuó sin dificultad, y, una vez pasado el Ródano en armadías, el ejército de Aníbal entró en el valle del Isere que penetra profundamente en la cordillera de los Alpes.
El paso se verificó por el San Bernardo menor, muy penosamente a causa del frío y de la nieve. Pué preciso salvar ventisqueros, abrir un camino para los elefantes y nivelar carreteras para los convoyes. Esto duró quince días, y la mitad del ejército pereció en aquellas jornadas (az8).
Aníbal contaba con un levantamiento de los galos, pero sostenidos éstos por los romanos, ni siquiera se movieron. Sin perder tiempo, Aníbal atacó las legiones del cónsul Escipión, que le interceptaba el paso, legiones que batió y deshizo primero a orillas del Tesino y después en el Trebia, gracias a su caballería.
Desde entonces se pusieron los galos de su parte. Invernó en Cisalpina y, en la primavera, pasó a Etruria con un ejército ya rehecho. Era la época del deshielo y el país estaba inundado; parte del ejército pereció en los aguazales. Con el resto sorprendió al cónsul Flaminio cerca del lago Trasimeno y le hizo treinta mil bajas (217).
Aníbal no marchó inmediatamente sobre Roma porque no llevaba
material de sitio. Pasó la Apulia procurando sublevar los
pueblos latinos. Mientras tanto, Roma obstinada en la lucha,
organizaba nuevos ejércitos. Fabio, llamado el Temporizador
(Cunctator), tuvo la idea de hostigar a Aníbal sin presentarle
nunca batalla campal para debilitarle de esta manera. Pero
muchos no comprendían su táctica y reclamaban un combate. Para
complacerlos, el cónsul Varrón libró la batalla de Canacas
(216).
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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