EL BAJO IMPERIO
DECADENCIA DEL IMPERIO: El siglo posterior a la muerte de
Cómodo fue un siglo de inextricable confusión. Ese periodo
se llama la anarquía militar, porque cada ejército pretendía
nombrar un emperador. Los elegidos se disputaban el poder por
medio de incesante lucha armada y emperador era el
sobreviviente. Así el que en noventa y tres años hubiera veinte
y cinco emperadores, si sólo se cuentan los que reinaron
efectivamente.
El imperio se dislocaba en medio de esta anarquía. Las provincias se sublevaban y las fronteras cedían a los asaltos de los bárbaros. Era preciso transformar el imperio, y esa transformación la hizo Diocleciano que fue el organizador de la tetrarquía.
LA ANARQUÍA MILITAR: Los emperadores tenían costumbre de dar a los soldados, a día de su advenimiento, una gratificación extraordinaria, llamada donativo. La elección de un emperador era, por consiguiente, una operación fructuosa para el ejército que lo imponía. Los pretorianos de Roma y los ejércitos de las fronteras quisieron al mismo tiempo gozar de dichos beneficios, y el imperio se encontró en manos de los soldados. Entonces se vieron suceder en el trono a individuos más que singulares.
El sucesor de Cómodo fue Pertinax, hijo de un carbonero. Los pretorianos lo habían elegido, pero a los ochenta y siete días de reinado, le dieron muerte porque lo encontraban demasiado severo.
Después de él, el imperio fue puesto en subasta por los pretorianos. Se presentaron dos candidatos, uno de los cuales ofrecía 5,000 pesetas por soldado y el otro 6,000. Este último ganó el puesto; pero como no pudo pagar la suma prometida, fui degollado a los setenta días de su reinado.
Entretanto, los ejércitos de Bretaña, de Iliria y de Siria nombraban separadamente un emperador y marchaban sobre Roma. El ejército de Iliria, que guardaba la línea del Danubio, era el más próximo, el mejor instruido y el mejor reclutado. Lo comandaba el africano Lucio Septimio Severo, que batió a sus competidores, y reinó solo (193-211).
Este fue un emperador muy activo qué tenía por divisa: Loboremus, « trabajemos. » Restableció el orden en las provincias y en las fronteras, batió a los partos y a los escoceses, y murió pronunciando esta frase, que definía perfectamente la situación en aquel entonces: Hijo mío, contenta a los soldados y búrlate de lo demás. »
Este hijo, Caracalla, siguió el consejo y se entregó a todos los desórdenes. Sin embargo, tuvo el mérito de construir las grandes termas de Roma, y firmar el edicto que concedía el derecho de ciudadanía a todos los súbditos del imperio.
Después de él reinó uno de sus primos, Heliogábalo, sacerdote
sirio de quince años de edad, que introdujo en Roma el culto de
Mitra, el dios Sol. Vivía vestido de mujer, rodeado de barberos
y bailarines, y aun en el senado reunía a las mujeres para
discutir de modas.
A este loco sucedió el prudente Alejandro Severo, emperador
filósofo y tolerante que reunió en su oratorio las imágenes de
Orfeo, Abraham y Jesús.
Fue asesinado por Maximino, que ocupó su
puesto, antiguo legionario tracio, medio Hércules y medio
tragaldabas que podía comer treinta libras de carne por día y
romper la mandíbula de un caballo de una puñada. Ni siquiera
pudo llegar a Roma, y la confusión fue tal, que llegaron a haber
veintinueve emperadores a la vez (254-268).
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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