ATENAS Y DEMÓSTENES
Para la realización de sus proyectos, Filipo debía atacar
principalmente a los atenienses, que eran el obstáculo más
serio, puesto que quería llegar hasta el mar, y las antiguas
colonias de Atenas cubrían la Calcídica.
Los atenienses podrían resistirle, porque su flota era todavía
poderosa y conservaban la pretensión de restaurar el antiguo
imperio marítimo de tiempo de Pericles.
Empero, si en Atenas se forjaban esas ilusiones, el pueblo, en cambio, parecía estar muy poco dispuesto a secundar a los ilusos, a más que no había acuerdo en las opiniones, y muchos oradores sostenían que resistir era cosa inútil. Éstos fueron: Esquines, que lo motejaron de vendido a los macedonios; Isócrates, que deseaba la supremacía de Macedonia para que se llegara a la unidad de Grecia, y Foción, que no juzgaba a su patria en estado de sostener la guerra.
Otros, por el contrario, fieles al ideal de sus antepasados, no admitían que su patria pudiese llegar a ser una provincia de un gran imperio griego, y continuaban siendo partidarios de la antigua política de las ciudades independientes y rivales. Su patriotismo, quizá un poco rígido, pero fiero y digno de respecto y admiración, se encarnó e inmortalizó en la persona de Demóstenes, el más célebre orador de la antigüedad.
Demóstenes tenía palabra persuasiva y carácter muy tenaz. Los comienzos de su vida fueron harto difíciles. Huérfano desde muy tierna edad, arruinado por sus tutores, molesto por su tartamudez y rudo en sus discursos, triunfó de todos los obstáculos a fuerza de energía, y llegó a ser el orador más escuchado del pueblo. Adivinó que Filipo era el enemigo del poderío de Atenas y de la libertad de los griegos, y no perdió coyunturas para exhortar a sus conciudadanos a hacerle la guerra. Tal fue el asunto de sus famosos discursos y arengas conocidos con el nombre de Filípicas y Olintias.
En uno de ellos se le oyó decir entre otras cosas: « ¡ Atenienses ! todavía estamos sanos y salvos; poseemos una ciudad admirable que tiene inmensos recursos y fama universal... Es preciso que enviéis dinero al ejército del Quersoneso y que os preparéis; entonces llamaréis a los demás griegos, los reuniréis, les daréis luces y los enardeceréis; eso es lo que corresponde hacer a una ciudad cuya autoridad es tan grande. »
Su elocuencia hizo muchas veces que los atenienses cobraran
ánimo, y los determinara a la guerra en los momentos decisivos.
Pero Filipo tenía de parte suya la voluntad, la paciencia, la
fuerza, la prudente habilidad, los partidarios y las guerras
intestinas de los griegos.
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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